En los evangelios hay siempre un protagonista que es Jesús, el profeta de Nazaret, hijo de Dios.
En sus años de vida pública en la región de la Galilea, la tierra de los gentiles, tuvo relación con otras personas de aquellos pueblos.
Hay un refrán castellano que aquí nos viene a pelo: “Dime con quien andas y te diré quien eres”. Por ello, si queremos conocer a Jesús, nos vamos a fijar con quien andaba, con que personas se relacionaba y cómo se relacionaba con ellas.
Durante esta semana leeremos en los evangelios de cada día quienes eran esas personas que acudían a Jesús y que Jesús, con todo su cariño, recibía.
Hoy nos encontramos con un hombre poseído por un espíritu inmundo. Espíritu que atormenta a las personas, que las hace vivir fuera de si, que las hace inhumanas. Espíritus que dan miedo porque destrozan a las personas. No nos dejan vivir y nos convierten en algo cercano a los animales.
Hoy nos encontramos con un Jesús que nos enseña con autoridad, con palabras que manifiestan una vida nueva,, que no son enseñanzas repetitivas como la de los escribas. Palabras nuevas para una vida nueva es lo que nos enseña Jesús.
Y estas palabras van acompañadas con sus obras. Por ello cura al hombre que tenía el espíritu inmundo. Le ordena abandonar a aquella persona que atormenta al hombre, y el espíritu inmundo obedece.
Jesús dice y hace. Ojalá también aprendamos nosotros a decir y a hacer. Iríamos mucho mejor.
